lunes, 20 de enero de 2014

El fuego: (VII) El cuerpo de bomberos en Hispania (2ª)


historia del fuego, incendios, extincion

     En el siglo I d. de C. aparece un Cuerpo de vigiles en Tarraco, al estilo de Roma. Sin embargo, el número de hombres es reducido, unos 300 y el de "siphos" una decena. Al margen del incendio, las principales funciones de estos primitivos bomberos, consiste en la vigilancia nocturna de la ciudad, apostándose a intervalos en la muralla alta frente al mar y desde allí otear posibles incendios. En los baños públicos y días de mercado, hay retén de bomberos.
 
   Al igual que en fiestas o en conmemoraciones, se establecen "cordones" de prevención en los dos templos y otros lugares públicos concurridos. El Municipio velaba a través de los vigiles el cumplimiento de las Ordenanzas contra incendios y todas las viviendas debían protegerse por sus dueños, colocando tinajas de agua en el zaguán de las mismas. Los bomberos también efectuaban rondas diarias al atardecer, para comprobar que estuviesen llenas de agua hasta los bordes.   Tito Livio narra un primer incendio que se registra en Tarraco y ocurre en el puerto. Un navío que debe zarpar para Roma al día siguiente, se incendia durante la noche. Los esclavos que duermen en cubierta, se lanzan al agua y nadan hacia la orilla, sin hacer nada para sofocar el fuego. El fulgor del incendio en la noche, ilumina no sólo el teatro junto al puerto, sino que se eleva hasta la ciudad alta, con sus construcciones monumentales en tres terrazas superpuestas, una sobre otra; abajo el circo, en el centro el foro y el palacio, y arriba los dos templos. El incendio ha sido provocado, no hay duda y Tito Livio que ya ha escrito sobre las costumbres agrestes y salvajes de la raza ibérica ahora las ratifica. 
   Respecto a otra ciudad hispánica, la colonia Julia Augusta Faventia Paterna Barcino, núcleo romano de la Barcelona actual y parte de cuyas ruinas en el subsuelo de la plaza del Rey muestran un aceptable estado de conservación, pueden verse aún grandes tinajas, algunas de las cuales debieron ser utilizadas para cumplimiento de las Ordenanzas contra incendios de la época. Barcelona tuvo su máximo esplendor durante el siglo II d. de C. Su población se calculaba en 15.000 habitantes y poseía una vida activa.
   Tenía un templo monumental de época augustea, foro, termas y posiblemente también teatro y circo.
   Aunque los acueductos se construían para el abastecimiento de agua a las nuevas poblaciones, tenían otros usos importantes, como el de proveer agua para extinción de incendios.
   Publio Cornelio Tácito y Tito Livio, fueron dos historiadores romanos a los que se debe el conocimiento de las más primitivas organizaciones contra incendios, así como de los más grandes incendios y siniestros de la historia antigua.

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